Cuento

Este es un cuento entretenido que narra como la papa ha surgido desde tiempos remotos hasta la actualidad.
Hace más de 8,000 años, cuando en el Perú no había casa ni ciudades, y los hombres y mujeres caminaban de aquí para allá, y de acá para allá, durmiendo en cavernas, cazando animales y comiendo hierbas, frutos y raíces, yo nacía en los Andes.
Yo pertenezco al mundo de abajo, al que los antiguos peruanos llamaban el ukjupacha. Naci debajo de la tierra y me dicen tubérculo.
UN MILLON DE AMIGOS
Pero yo no soy la única, somos un montón. De los centenares de especies silvestres, es decir de esas papas que crecen sin que nadie las riegue y las cuide, cerca de doce estamos domesticadas.
Domesticarnos quiere decir que los hombres nos cultivan, nos fertilizan, nos riegan y nos cosechan.
Y tanto de las especies silvestres como de las domesticadas existen miles de variedades: ¡somos casi cuatro mil!
Y estamos al a mano de distintos colores: blancas, negras, amarillas, medio moraditas, bien moraditas…
LAS PAPAS MÁS RICAS DEL MUNDO
Crecemos en todos los pisos ecológicos del Perú, en la costa, en la sierra o en la montaña, en valles y quebradas. Somos muy resistentes.
Los pisos ecológicos son los diferentes terrenos que tiene un país y que cambian según el clima y la altura.
Pero hay un sitio muy especial, casi mágico, donde se encuentra la más grande variedad de especies cultivadas: la cuenca del lago Titicaca, entre Perú y Bolivia.
nos preparaban de formas muy especiales y nos guardaban en enormes despensas para que duráramos mucho y para que a ellos nunca les faltara comida.
Todas las noches dejaban afuera a las papas para que les cayera la helada, y todos los días al sol para que se calentaran.
Así se quedaban sin agua y se secaban y podían durar muchísimo pero muchísimo tiempo. En pequeños trocitos de un lindo color dorado, nos venden en los mercados como para seca.
UN LARGO, LARGO VIAJE
Cuando los españoles llegaron al Perú no se dieron cuenta de que nosotras, las papas, éramos tan valiosas como el oro y la plata que tanto buscaban. Y nos mandaron a Europa como una curiosidad más.
Yo me acuerdo que me acomodaron, a mí y a otras papas, en la bodega de un gran barco, felizmente al lado de viejos amigos como el pallar y la quinua.
Fue muy triste llegar a España. En 200 años casi nadie “nos dio bola”. Apenas llegamos hacia 1570 más o menos, nos sembraron en la huerta de un convento en Sevilla y solo servíamos como alimento de unos enfermos pobres de un hospital cercano, o como adorno del jardín.

PAPAS BIONICAS
En todo el mundo, muchos científicos nos estudian y hasta tenemos nuestro propio local en lima que parece una nave espacial gigante. Se llama centro internacional de la papa pero le decimos cip.
Ellos quieren que se acabe el hambre en el mundo y que no haya niños desnutridos, por eso nos mejoran cada día y si nos enfermamos nos curan.
En el cip también hay una buena cantidad de semillas de todas nuestras variedades.
Si algún día ocurriera una catástrofe, o sea como una terrible inundación o un terremoto y los países se quedaran sin comida, esas semillitas serian las salvadoras.